viernes, 20 de abril de 2012

SI YO FUERA UN GRAN LETRADO (...y VII)


El PERSONAL INEXISTENTE



En la comprobación por los miembros de Inspección del Servicio de Inspección y Registro del departamento de Bienestar Social y Familia de la Generalitat de Cataluña de los hechos que motivaron nuestra queja, no anota ningún párrafo en que se trate del personal del centro, que, sin embargo, es responsabilidad directa de la Directora Técnica del Centro.
           
En nuestra primera denuncia decíamos:

A medida que iban surgiendo estos problemas, la actitud de las cocineras y de las «cuidadoras» en el comedor ha sido totalmente contraria a derecho. La respuesta indebida, las contestaciones groseras o  el tratar a gritos a los que se dejan, hacen que algún personal de la residencia más parezcan feroces policías, que personal que tiene por misión cuidar a ciudadanos en plenitud de sus derechos. 

No se ve ninguna amonestación ni preocupación por el personal del centro, a pesar de que en la segunda denuncia—propuesta de acuerdos, planteábamos:

La junta directiva se compromete a advertir a la cocinera [nombre y apellidos omitido] y a la empresa ERIA que la actitud reiterada de esta cocinera es causa de malestar entre los residentes, porque los desprecia y humilla, y que de no cambiar de comportamiento, se habrán de exigir su inmediata  sustitución.

La mención directa a la cocinera de noches debía entenderse –si había alguien con voluntad de entender y mejorar— como una advertencia a todo aquel personal (directora, monitoras, cocineras y personal de limpieza) que parece tener a los residentes a su servicio (y no al revés). No es todo el personal, por suerte, pero sí es una parte sustantiva e insultante para la conciencia democrática de los residentes, vejados constantemente en su dignidad.
            De todo esto, nada se dice. Las maldades del personal –a las que aluden las dos denuncias y sobre las que hablaron largamente nuestros delegados ante Yolanda Martí— no aparecen ni mencionada: son inexistentes.
Del mismo modo que es inexistente todo lo no nombrado en la carta: los absurdos (pero inexistentes por acallada) cinco minutos al llegar al comedor (so pena de quedarte sin el primer plato); la absurda (pero inexistente por acallada) cuestión de los contratos(que no han sido suscritos por los residentes entrados a partir de 2012; o la absurda (pero inexistente por acallada) escasez y falta de variación de la dieta, detectable en todos los menús.
Pero estas causas de malestar real –y por lo tanto, existente— fueron denunciadas, y fueron incluso habladas con Yolanda Martí, para encontrarnos ahora con que han desaparecido de la redacción de la respuesta.
Entendemos que el personal de Inspección y Registro ha de verificar todos los extremos de una denuncia –y nosotros, teníamos tres denuncias, con la conversación con Yolanda Martí— y no nos gusta el modo en que nos parece que ha sido escamoteado –por lo menos en la carta que se nos ha enviado— y quedando así fuera de la aplicación de la ley.
Creemos que también esos inexistentes han de estar sometidos a la ley, …aunque los únicos que padezcan su mal seamos los pobres residentes de siempre.
…pero yo no pasé de escribiente, pasante y meritorio.


Josep Torrell
Humillados y Ofendidos,
Residentes de AFAP

SI YO FUERA UN GRAN LETRADO (VI)


…Y, AL FIN, MI ESTANTERÍA Y LA CORTINA 

Cuando la ignorancia ataca lo que es importante.


En la comprobación por los miembros de Inspección del Servicio de Inspección y Registro del departamento de Bienestar Social y Familia de la Generalitat de Cataluña de los hechos que motivaron nuestra queja, se anota en el décimo párrafo:



Respecte al mobiliari de cada habitación, totes les habitacions disposen de prestatgerías, unes 3 per usuari. La dirección del centre ens va explicar que havien hagut de treure un parell de prestatgeries en una habitación per poder posar les cortines, d’acord amb l’Annex 5.2.4 de la Ordre 15 de juliol de 1987 pero l usuari les va treure.



            Resulta sorprendente el inicio de este párrafo, porque es pura y llanamente una solemne mentira. Dice que todas las habitaciones disponen de tres estanterías, pero esto es totalmente falso. En realidad, la mayoría de habitaciones sólo tienen una, a excepción de algunos de los residentes anteriores a la entrada de la Directora Técnica (por ejemplo, yo tengo once y me ha robado una). Lo que ocurre es que, a toda prisa, la directora colgó dos estanterías en la habitación 409, y fue precisamente ésta la que mostró a las monitoras. Pero cuando una persona ha sido acusada repetidamente de mentirosa quizá fuera oportuno ver todas las habitaciones y comprobar así la fiabilidad de la Directora Técnica del Centre. ¿Por qué no lo hicieron?

 
Foto número 1.— En el hueco que queda junto a la cortina, había una estantería, que la Directora Técnica del Centro sacó. Ésta, que fue la primera, no se hace cuestión: se le propuso ponerla al lado, en la pared derecha, pero no quiso. Ésta si estaría afectada si se instalara la cortina, pero no hay que olvidar que la Directora Técnica del Centro se comprometió a no instalarla. Y, de hecho, se terminó de pintar y los operarios se fueron sin instalar cortina alguna. La aparición de la cortina el 21 de noviembre constituye una mentira clara y rotunda de la dirección de esta residencia. No hubo siquiera un aviso: nada.


Sigue el párrafo con la explicación de la directora, que dice que tuvo que sacar dos estanterías «para poder poner les cortinas», lo cual es una sarta de embustes. A principios del mes de julio la Directora Técnica se avino –finalmente: desde marzo— a discutir qué quería quitar. Quiso quitar una estantería junto a la ventana, y yo estuve de acuerdo, porque me era cada vez más difícil acceder a ella (foto 1). No cuestionó ninguna otra estantería (salvo una propiedad de la residencia). Después pasamos a hablar de la cortina: le dije que no hacía ninguna falta, puesto que ya tenía la persiana. La Directora Técnica dijo: «Mejor. Todo esto que nos ahorramos».

            Al acabar el mes de julio, cuando se pinto la habitación, desapareció una estantería (propiedad mía): la tiró dónde no pudiera alcanzarla. Le pregunté por ella, y dijo que la cambiara por otra, porque era negra. Me ofrecí a buscarle una nueva, y se negó. Pero esta estantería no tenía nada que ver con la cortina, porque la separaba casi la mitad de la pared, quedando en medio una estantería de seis estantes y la nevera (foto 2). La estantería era una pequeña, que hacía juego (por tamaño) con una que tenía enfrente (foto 3). Fue dando largas, hasta que quedó claro que la había arrancado como símbolo de su poder.

Foto número 2.— La foto muestra el lugar de la estantería –de dos cuerpos— que la Directora Técnica del Centro hizo desaparecer con la excusa «de que era negra», y que no volvió a colocar. Excusarse en la colocación de la cortina es un absurdo y un embuste. En la foto se ve la estantería grande y la nevera que separan el lugar de la cortina del lugar donde fue arrancada la estantería (que iba enfrente del lugar de mi escritorio).

Se acabó la pintura, quedando mi habitación sin ninguna cortina.
            El 21 de noviembre al entrar en mi habitación encontré la cortina, le pegue un golpe y se descuajaringó toda. La Directora Técnica –que había mentido al decir que no la colocaría— y la Junta Directiva –¡amparándose en Bienestar y Familia!— me impuso una sanción de 95 euros, que, al no tener ni un duro de cuota de libre disposición, pagaron mis hermanos menores.
            Hacerle caso a una embustera —y la Directora Técnica lo es— conlleva algunas veces el riesgo de faltar por completo a la verdad, aunque se proteja inteligentemente con «la dirección del centro nos explicó».
            Pero el despiste es mayor cuando citan el Anexo 5.2.4 de la Orden 15 de julio de 1987: la hemos leído y releído. Jolín: ¿va en serio? Porque, de entrada, no dice nada de la cortina. Y, luego, serviría para, anexo en la mano, cerrar la residencia y someter a juicio los miembros de la junta, dios no lo quiera.
            La cuestión de las estanterías tiene que ver con las necesidades de cada cual. No sólo las estanterías, sino cualquier cosa que el residente quiera colocar: desde una nevera hasta fotos de chicas (o chicos) desnudas. Lo que pongan es que lo necesitan. La responsabilidad de la Directora Técnica debería ser respetar esto porque el bienestar del residente tiene que ver con ello (aunque otros puedan discrepar de esta necesidad).
Los residentes somos diferentes, y nuestras necesidades son distintas. Pero no es de recibo una Directora Técnica que le importa un bledo las necesidades de los residentes. Una Directora Técnica del Centro que arranca estanterías sin dar explicaciones y coloca una estantería, sin avisar, cuatro meses después de haberse comprometido a no colocarla.

Foto número 3.— En frente de la estantería arrancada, hay otra igual –pero de color madera— que hace juego con aquella, que queda como señal de la infamia. El contenido de la estantería sigue en el suelo de la habitación, esperando que llegue el día en que vuelva a su lugar.
 
 
Me repito: ya lo sé. Pero en el decreto 318/2006 de los servicios de acogida residencial pera personas con discapacidad, se incluye el artículo 9, dedicado a las «actuaciones complementarias a los servicios de acogida residencial», en el que se lee lo siguiente:
La Administración de la Generalidad, como complemento de los servicios de acogida residencial para personas con discapacidad definidos en este Decreto, promoverá los servicios y los programas dirigidos a posibilitar que las personas con discapacidad puedan llevar una vida autónoma e independiente.
            «Posibilitar que las personas con discapacidad puedan llevar una vida autonoma e independiente» es el principal objetivo al que debe aspirar una Directora Técnica: aspirar, pues no esta dicho que lo logré, las residencias han de desaparecer, aunque esté sea otro debate.  Todos –a casi— los residentes tienen heridas causadas por la dirección. La primera tarea de una nueva directora técnica habría de ser restañarlas y contribuir, mientras haya residencias, a lograr esa comunidad en la que podamos apreciar el valor de la tranquilidad. 
Josep Torrell
Humillados y ofendidos,
residentes de Afap


miércoles, 18 de abril de 2012

POR SUS OBRAS LES CONOCEREIS


POR SUS OBRAS LES CONOCEREIS


En el día de hoy, martes 17 de abril, la Secretaria del Centre ha continuado con la compaña de desprestigio contra nuestro compañero Josep Torrell, acusándole de «ocultar la carta de Bienestar y Familia», asícomo que está acusación venia hecha «hecha por sus propios compañeros, el Jesús, José Luis y los otros», es decir, nosotros, lo que es lisa y llanamente una mentira
            Primero, porque la carta la recibió solamente una persona, el primero de todos los firmantes, es decir, yo, Jesús Córdoba.
            Segundo, porque la carta se acordó colectivamente no mostrársela a la dirección del Centro, como nos recordaron gente de Bienestar, porque por ley no le correspondía, toda vez que, como decía Bienestar y Familia ya había sido comunicado (y por extenso).
            Tercero, que es harto sospechoso que la dirección se encarnice precisamente con Josep Torrell, que es superviviente de un ictus (¡…o dos!) y riesgo de parada cardiaca (por alto grado de potasio) a cuestas.
            La dirección del Centro está jugando al borde del abismo, cuando sigue estando abierto el proceso por las dos denuncias que hemos presentado y ellos han recurrido.

Jesús Córdoba
Humillados y Ofendidos
residentes AFAP

viernes, 13 de abril de 2012

SI YO FUERA UN GRAN LETRADO (V)


El horario y los derechos humanos



En la comprobación por los miembros de Inspección del Servicio de Inspección y Registro del departamento de Bienestar Social y Familia de la Generalitat de Cataluña de los hechos que motivaron nuestra queja, se anota en el noveno párrafo:

Cal tenir en compte que en una institución s’ha de respectar unes normes i uns horaris, per tal de garantir el bon funcionament i organització del centre; altrament, seria impossible mantener un ordre.

¡Caray! El párrafo termina con toques apocalípticos, anunciadores de tormentas: «seria imposible mantener el orden». Así, sin más. Bueno, de entrada, no nos parece el lenguaje más adecuado a la jefa del Servicio de Inspección y Registro del departamento de Bienestar Social y Familia de la Generalitat de Cataluña, ni tampoco a sus inspectores. La verdad, esperábamos un vocabulario mucho más dialogante y amable, y no un grito extemporáneo, que más se parece al del Ministro del Interior dando explicaciones después de que sus antidisturbios hayan descalabrado la cabeza a un puñado de manifestantes pacíficos.
            El problema es que todo el parrafito parece que está escrito con la misma filosofía. Se afirma que «unas normas y unos horarios» son necesarios con el fin de «garantizar el buen funcionamiento y organización del centre». Pero esto no sucedía con los dos directores anteriores. Sólo empezó a pasar con la llegada de la nueva Directora Técnica del Centre. Con los dos directores anteriores había suficiente con advertir que uno vendría más tarde a cenar, y se lo guardaban.
            Pero esto ha cambiado. Los horarios son los mismos, pero si no estás a la hora, no comes. Bueno: no comen algunos. Por ejemplo, si van a hacer teatro amateur, no pasa nada; si van al cine en grupo, no pasa nada.
Pero sí tienen que ir a la única sesión de la Filmoteca de la Generalitat, entonces se queda sin cena, porque entonces «seria imposible mantener el orden». O si uno está impartiendo catequesis en Sant Adrián. O si uno tiene una reunión de su tendencia política, del colectivo de redacción de una revista o de un festival de cine. Éstas, por cierto, pueden ser antes o a la hora de comer, pero en cualquier caso, es imposible asistir a la comida, porque el esfuerzo que hay que hacer para llegar a tiempo, te quita las ganas de comer.
Por supuesto, que a unos se les permita –organizando la salida el propio centro— y a otros no, constituye un agravio comparativo, que puede ser denunciado al Sindic de Greuges tanto la Directora Técnica del Centro, la Junta Directiva y, por supuesto, el Servicio de Inspección y Registro al permitir que esto pase.
Los horarios eran los que eran, y en cambio, durante años, se podía comer cuando uno podía llegar. Hacer cosas fuera era incluso incentivado y favorecido. Esto cambió con la llegada de la actual Directora Técnica, que a falta de otros atributos, impuso el horario –aunque no para todos— como medio de hacerse respetar… olvidando que el respeto se ha de conseguir, pero no se puede imponer. El triunfo del ordeno y mando es el fracaso clamoroso de toda una línea de dirección.
Lo que está en juego es el predominio de los horarios de la directora técnica sobre los derechos humanos de los residentes, como señalábamos ya en la demanda. En el decreto 318/2006 de los servicios de acogida residencial pera personas con discapacidad, se incluye el artículo 9, que es el artículo final, dedicado a las «actuaciones complementarias a los servicios de acogida residencial», en el que se lee lo siguiente:
La Administración de la Generalidad, como complemento de los servicios de acogida residencial para personas con discapacidad definidos en este Decreto, promoverá los servicios y los programas dirigidos a posibilitar que las personas con discapacidad puedan llevar una vida autónoma e independiente. (Subrayado nuestro.)
Si la Generalitat «promoverá los servicios y los programas dirigidos a posibilitar que las personas con discapacidad puedan llevar una vida autónoma e independiente», es totalmente gratuito anteponer una disposición aleatoria (el horario) al predominio efectivo de tales derechos, que –en este caso— simplemente consiste en guardar la cena a quienes lo pidan, en función de su vida social o la riqueza de su ocio: el hombre es rico solamente cuando lo son sus actividades y sus relaciones.
Hasta 2007, así se hizo en AFAP, y  fue perfectamente fácil «mantener el orden». Fue con la entrada de la nueva Directora Técnica del Centro que el ocio y el compromiso social de algunos residentes se consideró que podía hacer «imposible mantener el orden»… aunque continuó inalterado para otros, estando la contradicción a la vista de todos los residentes.
Pero coartar este ejercicio significa oponerse a las recomendaciones de la Generalitat para consigo misma (y, por lo tanto, para el servicio de inspección). En vez de «una vida autónoma e independiente» lo que se garantiza en la residencia AFAP es la sumisión a la dirección y la junta, como si fueran las instancias máximas de un ordenamiento democrático.
Hace años, se sabía que AFAP era un servicio residencial anómalo. Había gran variedad de residentes con enfermedades muy diferentes –y también niveles muy distintos de educación— en un mismo centro, lo que en ocasiones podía ocasionar problemas.
Esto lo sabían en Inspección y Registro, lo sabían en los Servicios Territoriales de Barcelona, e incluso lo sabía el director de AFAP, Albert Vide y su equipo de monitores. Lo que hasta entonces era evidente, dejó de serlo cuando entro la nueva Directora Técnica del Centro, para quién todos los residentes eran iguales, sí, pero sólo en su falta de derechos.
Ahora, con la puesta en funcionamiento de la Residencia Mª Teresa Serra, esa polivalencia se ha acentuado aún más, pero la política de dirección ha acentuado también su nivelación por abajo en materia de derechos, lo que sólo puede traer desagradables consecuencias. Desagradables consecuencias que, entonces sí —como dicen los del Servicio de Inspección y Registro del departamento de Bienestar y Familia—, podrían hacer «imposible mantener el orden» y hacer imposible, además, mantener a los actuales responsables en sus cargos.
…pero, yo no pasé de escribiente, pasante o meritorio.


Josep Torrell
Humillados y ofendidos,
residentes de AFAP

SI YO FUERA UN GRAN LETRADO (IV)


LA PRIMERA PARTE VA EN LUGAR DE LA SEGUNDA PARTE,
 Y LA SEGUNDA SE ESFUMA EN ARAS DEL MALDITO EURO




En la comprobación por los miembros de Inspección del Servicio de Inspección y Registro del departamento de Bienestar Social y Familia de la Generalitat de Cataluña de los hechos que motivaron nuestra queja, se anota en el séptimo párrafo:

En la revisió dels menús programats no es va observar que els primers plats hagin passat a ser segons.

            Nos preguntamos qué menús eran esos: si eran los 13 que dice tener la residencia –a buen recaudo, solo para expertos— las inspectoras debieron quedar turulatas.
El inicio fue el 15 de febrero de 2011, hace más de un año. Aunque, por no haber, no había ni una minima parte de los firmantes de los autores de Humillados y Ofendidos. Además, del mismo modo que se modificó el menú supuestamente para hemodiálisis, cabe suponer que se modificara en parte los demás menús.
En cualquier caso, el 2 de noviembre de 2011 se implantó otra vez el menú severo. Sólo tenemos el menú supuestamente para hemodiálisis, que fue tomado con prácticas de amanuense posmoderno.
Según ese cómputo, hubo segundos que eran primeras en la comida del mediodía el 5 de noviembre de 2011, 17 de noviembre, 3 de diciembre, 22 de diciembre, 29 de diciembre, 31 de diciembre, 5 de enero de 2012, 2 de febrero, 9 de febrero, 16 de febrero, 25 de febrero, 1 de marzo, 8 de marzo, 22 de marzo, 24 de marzo, 29 de marzo y 5 de abril. Diecisiete veces… que yo lo he comido. Otras veces puede ser que no lo haya comido y, por consiguiente, no lo he anotado. Si me lo han servido a mi, es evidente que lo han servido a otros. ¿No consta así en los menús? Entonces se trataría de unos dobles menús: los que se enseñan en la oficina y los que se pasan a la cocina. ¿Es esto lo que insinúan? No creo…
Para mí, y para otros, es un asunto puramente de economía. Una miserable ensalada –que como es de tomate, no la como— y una pasta o arroz sin nada: ¿cuánto dicen que pagan por ágape? Hay algunos residentes que salimos bastante baratos.
La cuestión de los menús irrita a todos los residentes. Una cosa es que unos protesten y otros tengan miedo. Pero el repudio es unánime, como es unánime la responsabilidad por esta situación. El problema es que ese repudio va hermanado con el miedo. Sabemos que la situación es peor en algunas otras residencias, y esa conciencia acalla muchas bocas. Pero el departamento de Bienestar y Familia tiene que escoger claramente su bando: los residentes (con su miedo) o los miembros de la Junta Directiva (con su conciencia de que van a salir siempre vencedores… y no es así).
No debería ser así.
…pero yo sólo pase de ser escribiente, pasante y meritorio.

Josep Torrell
Humillados y ofendidos
residentes de AFAP

SI YO FUERA UN GRAN LETRADO (III)


MATARLES COMIENDO… MAL, CLARO




En la comprobación por los miembros de Inspección del Servicio de Inspección y Registro del departamento de Bienestar Social y Familia de la Generalitat de Cataluña de los hechos que motivaron nuestra queja, se anota en el sexto párrafo:

També us informem que les dietes hipocalòriques i per hemodiálisi son dietes que precisen de la prescripció d´un metge i no poden ser modificades pel usuaris.

            El párrafo en sí es bastante raro. Porque recuerda verdades de Perogrullo, como que las dietas necesitan de la prescripción del médico o que no son modificables por el usuario. Pero, en cambio, no se entra en las cosas que se explicaron a Yolanda Marti cuando fueron nuestros delegados. Por ejemplo que la dieta para hemodiálisis era en realidad una dieta de potasio restringido. Esta dieta era totalmente contraria de la dieta hipocalórica, y que está llena de alimentos cargados de potasio: las acelgas, las coles, las patatas, el brócoli, el conejo, el tomate crudo, etcétera. Por el contrario, la dieta baja en potasio aconseja como alimentos preferentes la pasta asciuta, el arroz, la judía verde, etcétera.
            El 22 de diciembre de 2012 se presento un amplio dossier a la Directora Técnica del Centro, con unas recomendaciones para la dieta baja en potasio firmada por un médico, unas indicaciones sobre el suministro alimentario del panga, dos libros (en PDF) sobre dieta que recomendaba ALCER, y una tabla de alimentos según su aporte en potasio que se podían dar (como queso, jamón del país, natillas, yogurt, flan, helados, lentejas, etcétera) y otros que no (todos los que daban: acelgas, las coles, las patatas, el brócoli, el conejo, el tomate crudo, etcétera).
            La Directora Técnica consultó con sus «expertos» y juntos han decidido mantener la dieta «para hemodiálisis» en vez de la baja en potasio. Consecuencia: desde entonces ha habido patatas en 27 ocasiones, y tomate natural, a secas, en 18 ocasiones, además de servirse abundantemente como acompañamiento de muchos segundos. Por suerte, el residente afectado por la dieta baja en potasio –que soy yo, digámoslo claro— estaba alertado de la carga de potasio con que venían y decidió no comerlos. Y, mira tú por donde, el mes de enero fue el primer mes que se le estabilizó el potasio y en marzo sigue estable (al no comer lo que da el centro).
            Pero, claro, no comer la comida de la residencia equivale a comer otra cosa: la panadería de al lado. Pagando, claro está, el residente. Pero el régimen  bajo en potasio estaba en poder de Yolanda Martín desde el 19 de enero y podía comprobarse que ese régimen no se aplicaba en lo más mínimo.
¿Por qué no lo hicieron? Se nos ocurre una explicación, pero sólo para salir del paso: ningún médico generalista sabe a ciencia cierta qué es un  régimen «bajo en potasio», como tampoco sabe muy bien que es un «un régimen para hemodiálisis». Y es evidente que si la residencia les presentó un régimen hipocalórico apañado, lo dieron por bueno.
El problema es que ese régimen se da de bofetadas con el que a mi me conviene. O mejor dicho: me conviene ahora. Quizá dentro de cinco años me convenga uno totalmente distinto. O ninguno, si el potasio siguiera creciendo: el potasio paraliza todo tipo de músculos, incluyendo al corazón: una parada cardíaca y un indignado menos.
Por lo que hace a los regímenes hipocalóricas la primera crítica es no haber tenido en cuenta su variedad culinaria (que brilla por su ausencia); y la segunda es que –balanza en mano— dan menos de lo que deberían. Además, uno puede comer siempre de hipocalórico pero apetecerle, un día, comer normal. Esto no es, en puridad, saltarse el régimen, puesto que luego sigue lo pautado. Pero el régimen carcelario de la Directora Técnica prohíbe esto. El futuro es negro: morirás comiendo mal.
¿Es normal que, habiendo entregado un menú firmado por una médica de Dietética del Hospital de Sant Pau para un menú bajo en potasio, no se cumpla? Esta fue la demanda que planteamos a Yolanda Martí, y la que los inspectores deberían haberse plantearse.
¿Es normal que nos den menos y encima nos lo den mal? También esto estaba claramente formulado, y no se nos ha dado respuesta ninguna.
Sabemos, y lo hemos contado, que una cosa es la estructura de sentimiento que comparten todos los residentes y otra la visión, posiblemente sesgada, que tienen las Inspectoras ajenas. Para hacer que prevalga la justicia habría de intentar que se acercaran, para intentar un diálogo entre residentes y inspectores (para el bien de ambos).
…pero yo no pasé de escribiente, pasante o meritorio.

Josep Torrell
Humillados y Ofendidos,
residentes de AFAP

jueves, 12 de abril de 2012

SI YO FUERA UN GRAN LETRADO… (II)


                                                    



  ¿Pero cuántos menús hay?

En la comprobación por los miembros de Inspección del Servicio de Inspección y Registro del departamento de Bienestar Social y Familia de la Generalitat de Cataluña de los hechos que motivaron nuestra queja, se anota en el quinto párrafo:

Pel que fa a la programación de menús per a las diferents dietes, el centre compta amb 13 diferents tipus de dietes personalizades. També es va comprobar que els menús estan programats per quatre semanas d’estiu i quatre d’hivern, i només están exposats en una pisarra els menús del dia.

La lectura atenta de este párrafo nos dejo poco menos que turulatos y un poco turbados. ¿Qué la residencia AFAP cuenta «con 13 diferentes tipos de dietas personalizadas»? Dios santo: ¿y que hacen con tantas? Debe ser un problema irresoluble, porque a la amable cocinera del mediodía le crecen los enanos cuando tiene que dedicar los tres fuegos a hacer un primero. Así, el martes día 6 de marzo, habían –según los ingeniosos menús— los siguientes manjares: «judías estofadas» (para los del menú normal), «judías guisadas» (para los de hipocalóricos) y «judías hervidas» (para mí, en tanto que afecto a hemodiálisis). ¿Qué hacer ante la imposibilidad de la cocinita que tenemos? Hic rodus, hic salta. Aunque, la verdad, hizo lo que era más sencillo: judías guisadas para todos, y santas pascuas. Los residentes, por lo demás, contentos y saciados. 
            Después de mucho cavilar, se hizo la luz en nuestras entendederas: no se referían a «13 diferentes tipos de dietas» sino más sencillamente a «13 residentes con dieta», que se resumen en cinco distintos: normal, hipocalórica, vegetariano, dieta árabe y dieta con potasio limitado (que los responsables del centro siguen denominando, incansables al desaliento, como dieta de «hemodiálisis»).
            Este error en las 13 menús, bromas aparte, nos parece muy ilustrativo de lo que Raymond Williams denominaba «estructura de sentimiento»: aquello que todos los británicos saben, pero los extranjeros no llegan a desentrañar nunca de Gran Bretaña; o, por así decir, aquello que todos los residentes saben, pero que el más sagaz inspector no acierta a ver. Por ejemplo, que hay sólo cuatro fuegos en la cocina, y punto. ¿Qué hay que hacer más? Pues se hace, pero antes… y lo comerá frío.
Esto son cosas que los residentes saben bien, pero pasan desapercibidas ante una visita de inspección. Y, digámoslo claro, hay muchas cuestiones que «no se acierta a ver» y que, sin embargo, son cuestiones que soliviantan el aire de la residencia y crean un mal ambiente entre los residentes. Por ejemplo, los gritos y las faltas de respeto hacia los residentes por parte de los cuidadores. ¿Cómo se evalúa esto? ¿No basta pedir la dimisión –como se hizo— de la directora técnica para que esta situación sea clarividente?
Por lo demás, el resto del párrafo era claro y sencillo. Por ejemplo, «los menús están programados por cuatro semanas de verano y cuatro de invierno», pero, claro, el otoño-invierno dura seis meses y la primavera-verano otros seis. Los cinco meses que faltan en cada uno se explican sólo por la repetición hasta la extenuación del único menú disponible. ¿Menú variado? ¿Dónde dice que lo ha visto? Aquí no, por supuesto.
O, por ejemplo, la mención a que «sólo están expuestos en una pizarra del menús del día». Es decir, no están expuestos en ningún sitio los menús del mes, que suelen estarlo en todas las residencias (o esto nos han asegurado gente que sabe).
¿Por qué no exponen todos los menús en un lugar público? Más aún: ¿por qué no los hacen firman por los residentes, si están de acuerdo? Un menú firmado por mí es una garantía de que, en principio, no habrá problemas con ello… salvo que lo que sirva la cocina sea diametralmente opuesto a lo que está escrito. Pero la dirección del centro considera que los menús son solamente para «expertos», ocultándolos a los residentes. Pero entonces incurre en un insulto grave a la persona al quitarle la decisión sobre qué comer y, en general, la capacidad de decidir sobre lo que afecta personalmente.
En cualquier caso, los menús mensuales aparecerán porque las autoridades lo dirán, y la residencia no tendrá más remedio que cumplir las disposiciones que les rigen en tanto que residencia concertada.
…pero yo no pasé de escribiente, pasante o meritorio


Josep Torrell
Humillados y ofendidos,
residentes de AFAP

SI YO FUERA UN GRAN LETRADO… (I)



CEÑIRSE A LO LEGAL
 
En la comprobación por los miembros de Inspección del Servicio de Inspección y Registro del departamento de Bienestar Social y Familia de la Generalitat de Cataluña de los hechos que motivaron nuestra queja, se anota en el tercer párrafo:

Altrament, també us informo que la directora del centre com a responsable d’aquest, por adoptar aquelles mesures necessàries que consideri adients per tal de garantir el benestar del residents. [Continua el párrafo, hablando del régimen interno.]

De entrada, hay un caso curioso de doble lenguaje: para Inspección –y para nosotros— la directora es la «responsable de este» Centro. Pero en el organigrama que figura a la entrada de la planta dos, la «Directora Técnica del Centro» es tan solo una mandada de la Junta Directiva, que es quien manda en AFAP. Es ese doble lenguaje –ahora es la Directora, ahora es la Junta— que permite a la directora escurrir el bulto y pasar todas las responsabilidades a la Junta Directiva (entre ellas, algunas ilegalidades de bulto). Y es también ese doble juego el que nos obligó a pedir la dimisión de la directora por creer que este cobarde enmascaramiento con la Junta no preludiaba nada bueno.
            Además, una cosa son «aquellas medidas necesarias que considere oportunas para garantizar el bienestar de los residentes» y otra las que aumenten el poder de la Directora Técnica. Y de esto se trata precisamente: de aumentar un poder que muchos creen ya demasiado.
Hay ocho residentes que han expresado su voluntad de ver desaparecer a este Director como tal. Todos nosotros sabemos –y este nosotros incluye Inspección y Control— que el ambiente dominante en una residencia es el miedo, un miedo que la dirección y algunos miembros del personal a su servicio se encargan de avivar y acrecentar.
A pesar de este miedo, ocho personas han osado decir con corrección que no querían a la Directora Técnica ni su estilo de gobierno, que es, sin más, un ejemplo de mal gobierno. ¿Es que acaso no saben los inspectores qué estado de cosas hace posible ocho firmas en un documento como el que presentamos?
            Pero además, la autorización a la dirección de aquellas medidas que considere oportunas, denota más bien un peligroso desliz. Cuando el Régimen Interno –y resulta que hay dos, ¡e Inspección no aclara qué pasa con esa duplicidad!— no aclara qué hacer en un caso concreto, eso no quiere decir que la Directora Técnica tenga derecho a inventar, ni mucho menos. Una Directota Técnica ha de basarse –en sentido literal: fundamentarse— en la Constitución Española, en la Convención sobre las Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas, el Decreto de los Servicios de Acogida residencial para Personas con Discapacidad de la Generalitat de Cataluña, etcétera.         
Esto, y no la pura invención, es lo que corresponde hacer a una Directora ante un caso no previsto en el Régimen Interno. Sin embargo, la política de la Directora Técnica ha sido la del terror: amenazar con la expulsión, expulsar con tres días, cobrarle a un tercero 95 euros (por un accidente), etcétera.
Éste, y no otro, es el ambiente donde se ha gestado la voluntad colectiva de que dimita. Porque las sanciones que se han aplicado son totalmente represivas, nada dialogantes y dan una imagen extremadamente clara de una Directora Técnica autoritaria y absolutamente contrapuesta a las recomendaciones que formula la Generalitat para los cargos de directora de los centros residenciales.
Es obligatorio el someterse a los órganos superiores, pero en caso de no encontrar ninguna ley de trate el tema, entonces el residente es libre de hacer lo que le plazca. La ley dice: no hay que legislar donde el legislador no legisla. El «puede adoptar» de Inspección está bastante discutido en derecho, porque es posiblemente un foco de abusos de poder. En las residencias, ello puede dar lugar a agravios y dobles raseros en el trato a residentes (como efectivamente se han dado). No se entiende como en un caso como éste –de vulneración de derechos fundamentales y de leyes de la Generalitat— puede darse tan alegremente una carta blanca tan peligrosa a la Directora Técnica del Centro impugnada. Señores: estamos hablando de nuestros derechos, para dejar pasar una imprecisión como ésta.
Una directora técnica, ante un problema de este tipo, debería intentar hablar con los residentes y buscaría una salida de consenso (que no iba a ser igual para todos, pero evitaría en cada caso un malestar real). Pero el consenso es lo contrario de la política de la Directora Técnica: ordenado y mando; y no hay más que hablar. Esto no es consenso: es el más puro autoritarismo.
Pero, además, si se hubiese leído la legislación antes mencionada habría visto que todo el andamio de su política era pura y lisamente ilegal, y, por tanto, merecedor de abandono.
… pero yo no pasé de escribiente, pasante o meritorio.

Josep Torrell
Humillados y Ofendidos,
residentes de AFAP

martes, 10 de abril de 2012

LA RESIDENCIA, INSPECCIÓN Y NOSOTROS (II)

El sábado día 30 de diciembre de 2012, recibimos una llamada telefónica de Bienestar y Familia en la que se nos pedía ir directamente a Inspección y hablar con la directora Yolanda Martín. Lo estuvimos discutiendo, y se elaboró el siguiente papel, que contenía lo que habíamos discutido. Con respecto al documento inicial, dos residentes se negaron a firmar, a causa de presiones del equipo directivo (en un sentido amplio).
El martes 3 de enero de 2012, ocho residentes presentamos un segundo papel, ampliando la demanda.



Omitido

El documento que seguía era el mismo que se presentó a Bienestar Social y Familia, el día 3 de enero de 2012. Pero en él se citaban personas con nombres y apellidos. 

A raíz de la advertencia de llevarnos a juicio, fueron varias las personas –juristas y no juristas— que convinieron en que a ellos no les hiciese mucha gracia verse expuestas a la palestra pública.

      Si nosotros hemos defendido repetidas veces la dignidad humana, ¿no merecen igual trato a quienes discrepan de nosotros?

  Así que la redacción de Humillados y Ofendidos (Diversidad Funcional) valoramos que era mejor suprimir toda mención a los nombres, como se ha venido haciendo en el blog, y optamos por la omisión total del documento.

            En Barcelona, 14 de julio de 2012.